
La biblioteca de Mario Benedetti conserva un millar de obras dedicadas. La Universidad de Alicante, depositaria de los libros que el poeta uruguayo tenía en su casa de Madrid, cataloga los textos legados por algunos de los principales escritores de habla hispana. Son mensajes de amistad y simpatía ideológica.
La biblioteca “española” de 6.000 volúmenes que reunió Mario Benedetti en sus largos años de exilio en España y que donó en 2006 a la Universidad de Alicante, contiene más de mil dedicatorias manuscritas de algunos de los principales escritores de la segunda mitad del siglo XX.
Esta prolífica biblioteca personal proviene de su domicilio de la madrileña calle Ramos Carrión y está depositada en el Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti de la universidad alicantina, institución que completó la catalogación y digitalizó 250 del millar de dedicatorias que acopió durante más de tres décadas.
La directora del centro, Eva Valero, desveló que algunas de esas líneas están firmadas de puño y letra por figuras tan universales como Rafael Alberti, quien dibujó la portada del recopilatorio de poemas Con Nicaragua y le escribió: “Al grande y valiente escritor Mario Benedetti, con un gran abrazo” (1985).
También las hay de los españoles como José Luis Sampedro, que en La vieja sirena puso “Con amistad subdesarrollada (es decir, verdadera)”, o Manuel Vázquez Montalbán, que le escribió en un ejemplar de La rosa de Alejandría el enigmático “A Mario desde una común pasión por no sé qué”.
“Para mi querido Mario, un gran abrazo en Granada”, le dirigió el guatemalteco Augusto Monterroso en abril de 1987 al regalarle Cuentos.
Y hay otras dedicatorias de los nicaragüenses Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal, del argentino Juan Gelman, el mexicano José Emilio Pacheco, el chileno Nicanor Parra, el salvadoreño Roque Dalton, el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, el uruguayo Carlos María Gutiérrez, el chileno Gonzalo Rojas y los cubanos Eliseo Diego y Roberto Fernández Retamar.
Gelman es una de las presencias más destacadas en la biblioteca con veinte libros y firmas tan cariñosas como en Anunciaciones (1980): “Para Luz y Mario, con el cariño cada vez más ancho, la amistad cada vez más honda y la admiración cada vez más profunda”.
NO SOLO ESCRITORES
Otro de los más sentidos es el cubano Fernández Retamar que dedica “A Mario, viejo, querido hermano, este viejo viejo librito, y el abrazo de siempre”, en Idea de la Estilística (1979), y en Algunos usos de Civilización y Barbarie plasmó: “A Mario, que ya leyó estos papeles, ahora retrabajados, pero no el prólogo, donde aparece a cada rato, para alegría de su hermano. Roberto. Abril 94”.
En estas dedicatorias se ve rápido la “relación de amistad profunda” de este grupo poético “cohesionado anímicamente” y afín a la izquierda latinoamericana, donde cada uno tiene un estilo, apuntó Valero.
Otros muchos autores se cuentan entre los que dedican ejemplares a Benedetti, como el chileno Antonio Skármeta, los argentinos Néstor García Canclini, David Viñas, Tomás Eloy Martínez, Antonio di Benedetto y Mario Paoletti (su biógrafo), el colombiano Alvaro Mutis, el uruguayo Daniel Viglietti, la nicaragüense Claribel Alegría o el italiano Antonio Tabucchi.
De España dejaron algunas líneas José Manuel Caballero Bonald, José María Guelbenzu, Manuel Vicent, Rosa Montero o Soledad Puértolas.
Y no sólo de escritores, ya que en su biblioteca también hay una dedicatoria del ex entrenador del Real Madrid, Jorge Valdano, que le escribió en 2002 tras la solapa de El miedo escénico y otras hierbas: “Maestro, otro poco del infinito fútbol, con el afecto y admiración de siempre”.
También hay un ejemplar firmado de Una gloria vitalista, del actor Paco Rabal, con la cariñosa y explícita dedicatoria “Si Paco fuese mujer, estaría enamorado de ti” (28/5/97).
La biblioteca española de Benedetti, la segunda después de la que acumuló en su residencia en Montevideo, contiene libros de literatura, revistas y un apartado general con ejemplares de antropología, cine, economía, sociología e, incluso, fútbol.
El vínculo de Benedetti con la Universidad de Alicante se gestó entre 1990 y 2003, período en que la visitó una decena de ocasiones, la más destacada en 1997, cuando se le organizó un congreso internacional de su obra y se le concedió un doctorado Honoris Causa.